14/06/2020 18:37
Ana, voluntaria del proyecto “A tu lado” nos cuenta su experiencia.
Ana voluntaria del proyecto “A tu
lado”, nos cuenta su experiencia personal desde que se
incorporó al proyecto el año pasado. Su vida ha cambiado desde
que conoció a Inés.
Cuando me interesé por el trabajo que se llevaba a cabo en el
proyecto "A tu lado” de ABG, en octubre de 2019,
estaba buscando una manera de aliviar la posible soledad o
aislamiento de algún mayor que lo pudiera necesitar. No sabía muy
bien en qué situación exactamente se encontraría la persona que
me asignarían, o qué se esperaría exactamente de mí... tenía un
poco de miedo a no estar a la altura de las circunstancias y de
comprometerme a algo que luego no supiera cumplir.
Lo cierto es que Inés resultó ser una mujer encantadora,
vital, cariñosa, con la que entablar
conversación fue de lo más sencillo y que sólo esperaba de
mí un poco de compañía, charla y que le prestase mi brazo
para ir del ganchete a dar un paseo, pues se sentía sola y
físicamente insegura. Y eso hicimos durante todos los meses
que precedieron a la declaración del Estado de Alarma. Paseos,
meriendas, charlas y buenos ratos.
Cuando las visitas tuvieron que cesar obligatoriamente,
mantuvimos el contacto por teléfono, cada dos o tres
días la llamaba para tratar de distraerla un poco y
chequear su estado de ánimo. Mi admiración por la
señora Inés iba en aumento. Las noticias no dejaban de
repetir cuan peligroso es el virus para la gente mayor, cómo
estaban colapsadas las UCIS y como en muchas residencias
geriátricas el panorama era desolador, pero para ella, que
evidentemente no era inmune al miedo que esto podía provocar, su
preocupación principal eran sus hijos y nietos.
Su salud, su futuro. De eso hablamos en
nuestras charlas telefónicas, de cómo el mundo
había cambiado ya irremediablemente para siempre y como eso
afectaría al futuro de la gente.
En ella veía reflejada la misma actitud de mis padres y mis
abuelos, los cuales toda la vida antepusieron nuestras
necesidades a las suyas, como siempre hemos observado con
agradecimiento infinito mi hermana y yo. Y no deja de conmoverme
y emocionarme ver como a pesar de no ponerles en el lugar que le
corresponde, de vivir casi de espaldas a la realidad de nuestros
mayores, siempre tan esforzados en labrarnos un futuro y un
porvenir, ellos siguen ahí, con amor inquebrantable,
deseando lo mejor para nosotros.
Yo me siento muy afortunada, porque creo que lo mejor ya lo
tenemos. Lo mejor son ellos.
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