17/08/2020 10:20

Hacia un nuevo modelo de cuidados: cuando el mayor importa

La crisis ha puesto sobre la mesa las carencias del sistema, ha dejado exhausto al sector y ha reabierto un debate eterno: ¿Cómo debe atender la sociedad a sus mayores?

Las encuestas de opinión que hace de forma periódica la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) a los usuarios de residencias revelan que solo el 4 % quiere vivir en estos centros.

Para esta sociedad científica, si se tiene como objetivo dejar que decida el interesado, el mayor reto de los Servicios Sociales es facilitar la permanencia en el domicilio el mayor tiempo posible.

Los expertos señalan que la ayuda domiciliaria se debe complementar dando entrada a las últimas tecnologías en la teleasistencia: sistemas de videoconferencia, telemonitorización de las patologías o control telemático de constantes vitales son medidas que se deben introducir de forma decidida, según la SEGG.

El presidente de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, José Manuel Ramírez, parte de la misma premisa que esta sociedad científica: "Antes de hablar del modelo residencial hay que decir que, como en casa, en ningún sitio".

Por ello coincide en que el principal desafío es facilitar la permanencia en el hogar mediante la reconfiguración de la ayuda domiciliaria y una teleasistencia avanzada que incluya servicios sanitarios.

La atención domiciliaria se explica así como una actuación preventiva que ayuda a mejorar la salud del mayor. Vigilar que se tome bien la medicación, estimular su sistema osteomuscular o trabajar en la capacidad cognitiva redunda en su calidad de vida, pero también ahorrará visitas al médico.

Este primer gran objetivo para el futuro nuevo modelo asistencial -facilitar la permanencia en el hogar con protocolos que garanticen la atención sociosanitaria en el domicilio y la teleasistencia avanzada- se recogía en el dictamen de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso.

La Sociedad Española de Geriatría considera que aumentar la inversión es tan necesario como cambiar las prioridades presupuestarias para que se puedan impulsar sistemas de cuidados previos al modelo residencial.

Los centros de día y los pisos con servicios pueden ser, durante periodos prolongados y siempre que no exista una dependencia severa, soluciones alternativas.

Se trata de apartamentos adaptados a cualquier tipo de discapacidad física, con zonas comunes, servicios y supervisión las 24 horas. Allí los mayores pueden hacerse la comida o, si no están capacitados, comer en una zona común; disponen de servicios domésticos y tienen garantizado el control de enfermedades crónicas en el centro de atención primaria.

Las instituciones geriátricas constituyen el núcleo del sistema asistencial y han sido el centro de las críticas por la gestión de la COVID-19.

Durante los peores días de la pandemia, gestores de Servicios Sociales y responsables de residencias se unieron en una sola voz y con un único mensaje: "No conviertan a las víctimas en culpables".

"Está claro que las residencias han sido el cataclismo de la COVID", reconoce a Efe el presidente de la Asociación de Directoras y Gerentes.

El debate sobre si hay que medicalizar o no estos centros es perverso, según este directivo, porque discrimina por la edad y por el lugar donde se vive (un centro geriátrico).

Considera que la medicalización solo tiene sentido en un momento de crisis como el de la pandemia, cuando los directores reclamaron personal y medios por la dificultad de hacer traslados hospitalarios.

Ante nuevos rebrotes, Ramírez pide que se monitoricen los datos de las residencias para implantar un sistema de alerta temprana que permita saber, con evidencia científica, qué se debe hacer.

Las patronales también rechazan la medicalización de las residencias. Afirman que nadie estaba preparado para la catástrofe y reiteran que el problema ha sido la falta de coordinación sociosanitaria.

La Secretaría de Estado de Derechos Sociales defiende que el modelo al que hay que ir, como apuntan los expertos, ha de estar centrado en la persona, debe garantizar sus derechos y libertades y tiene que concebir las residencias como hogares, lo que requiere inversión, un determinado modelo organizativo y una cultura "asumida por todos".

El presidente de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales propone que los centros que se construyan a partir de ahora tengan al menos el 70 % de habitaciones individuales para asegurar la intimidad.

Pide asimismo que las residencias se puedan sectorializar en unidades de convivencia y pone el ejemplo de un centro de 150 plazas en el que se puedan establecer diez módulos de quince residentes. Las unidades convivenciales tendrían servicios comunes, como la lavandería, pero dispondrían, en este ejemplo concreto, de quince comedores para cada grupo.

Las asociaciones de mayores y expertos en arquitectura saludable van más lejos y proponen que las nuevas residencias tengan capacidad solo para unas veinte personas y se ubiquen en lugares del entorno vital del mayor: desde núcleos urbanos -readaptando partes concretas de un edificio- hasta centros que estén en contacto con la naturaleza para quienes han vivido en zonas rurales.

Reforzar las plantillas, sobre todo en el ámbito de la enfermería, es indispensable, coinciden en señalar los especialistas, para conformar un modelo personalizado.

Control y transparencia son para expertos, familiares, cuidadores y residentes un requisito indispensable para garantizar servicios asistenciales de calidad.

Fuente: EFE

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